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Historia


En los primeros años del siglo XX, las localidades cercanas a Buenos Aires ubicadas sobre la costa del Río de la Plata eran los destinos elegidos como lugares de veraneo por las familias de la capital.
En ese ambiente netamente familiar, las actividades recreativas estaban ligadas al río: bañistas, nadadores, remeros y navegantes estuvieron en el origen de casi todas las instituciones sociales y deportivas asentadas sobre la ribera.

Las personalidades más progresistas advirtieron pronto la necesidad y la conveniencia de efectuar mejoras en la zona y dotarla de instalaciones que dieran una cierta comodidad a los concurrentes.

En este marco, el 26 de febrero de 1910 se realizó una asamblea en el Salón de Actos de la Municipalidad de San Isidro, convocada por un grupo de vecinos, entre ellos D. Benjamín Felipe Nazar Anchorena, D. Juan María Obarrio y D. José María Pirán. En esa asamblea se aprobó por unanimidad "enviar un memorial al Señor M. de O. P. (Ministro de Obras Públicas) pidiendo una draga para efectuar en el puerto los trabajos necesarios para ser habilitado". El segundo proyecto, "aprobado sin discusión" fue la organización de un club de deportes náuticos. Se constituyó una comisión provisoria integrada por los firmantes de la convocatoria, señores Nicanor Q. Repetto, Roberto Marín, Alfredo Larguía, Juan M. Marín, Alfredo Boggio y los tres nombrados al comienzo, para que redactasen los estatutos y procurasen "llevar adelante la solicitud".

Esos pioneros, desde el primer momento, cumplieron estrictamente lo que les fue encomendado, y la mejor prueba de ello es el presente.

Para llevar adelante los planes, el Intendente Municipal, por Ordenanza del 10 de abril de ese mismo año concedió la ocupación de la isla Sarandí por el término de cinco años prorrogables.

Los terrenos de la isla, por entonces eran sólo un juncal a merced de mareas y sudestadas, y el arroyo que los rodeaba era apenas un zanjón donde la navegación quedaba supeditada a las crecientes. El cruce desde tierra firme se hacía mediante botes a remo.

Las donaciones de los primeros socios permitieron la construcción de un puente de madera y la casilla que se destinaría a local social.

Se compraron los primeros barcos, algunos botes y veleros, hasta componer el plantel inicial de la flota del Club. Luego se canalizó el arroyo Sarandí y se pusieron en marcha las obras de dragado, refulado y relleno, permitiendo que la isla fuera ganando terreno sobre el lecho del río. Pero éste se negaba a ser dominado y varias veces pretendió volver sobre su lugar de origen, destruyendo impiadosamente lo que se había construido con tanto esfuerzo. Esta lucha del hombre contra el río ha sido una constante en la historia del Club. Sin embargo, con ese mandato implícito legado de generación en generación, que lleva a sacar partido de la adversidad, las sucesivas inundaciones fueron enseñando que, siendo inevitables, la mejor estrategia es anticiparse y disponer de un plan de acción muy ajustado para minimizar los daños, y construir incorporando como dato ineludible el comportamiento del río.